Siempre hay una primera vez en la vida, y no sabes cuando va a llegar, pero cuando llega hay que aprovecharla al máximo, aquí les va mi historia:
Tan tranquila fue mi mañana, del martes 9 de Marzo, llenando mi maleta para viajar a Guadalajara, y con el paso del tiempo un poco carrereada, pero todo marchó de maravilla, pues escuchaba a don Silvio Rodríguez, hasta que llegó la hora de irse al aeropuerto. Contento y feliz con todos mis compañeros y dos maestros estábamos esperando la hora de documentar el equipaje y cuando me di cuenta ya era la hora de abordar el avión.
Llegando a mi asiento de este aparato veía como un autobús por dentro, los nervios invadían los sentimientos de varios que ya teníamos abrochado el cinturón de seguridad. Unas compañeras agarradas de las manos y yo como siempre cotorreando mientras el avión andaba muy despacio hacia la pista de despegue: "acelérale chofer que así no va a levantarse esta cosa" (un comentario mío en ese momento) y se escuchaban las risas de la gente. De repente sonaron las turbinas y empezamos el despegue con una esperiencia muy peculiar del volar, los mareos (sin nauseas)eran mucho mejores y efectivos cuando me asomaba por la ventanilla y cada vez se iba mirando un Veracruz más pequeño.
El vuelo fue al rededor de una hora cuando avisaron que iba a comenzar el aterrizaje, íbamos descendiendo y los mareos regresaban al rededor de cada minuto, cada vez olíamos más cerca la tierra tapatía. Cuando llegamos a tierra, me sentí totalmente vivo y es mi cabeza daba vueltas la imagen de todo los que se ve desde arriba en el vuelo.
Esta vez la libramos, mañana es el regreso y ya no hay nervios, al contrario hay en mi una inquietud inmensa de volver a volar pero ahora con el deseo de ir en ventanilla para poder observar mejor y tomar más fotos.
Gracias a todos mis lectores y disculpen que los he descuidado un poco...